El cielo sobre Manhattan estaba encapotado, como si presintiera que nada volvería a ser igual. Afuera, la ciudad seguía su curso entre bocinas, pasos apresurados y luces de neón que empezaban a encenderse. Pero en el hospital St. Bartholomew, el tiempo parecía haberse detenido.
Los tacones de Olivia resonaban con fuerza contenida sobre el mármol del vestíbulo. Caminaba con paso decidido, pero algo en sus ojos delataba el cansancio emocional que arrastraba desde el rescate de Emma. Llevaba el cabello recogido con prisa, un abrigo negro que parecía pesarle más de lo normal, y entre sus manos una pequeña bolsa con frutas, flores… y la esperanza de hallar consuelo en medio del caos.
Habitación 317 – Evelyn Walton
La puerta estaba apenas entornada, como si el silencio del pasillo necesitara pedir permiso antes de irrumpir. Dentro, el cuarto olía a desinfectante y a batalla ganad