No hay tortura más sutil que la duda. Silenciosa. Persistente. Capaz de abrir grietas en lo que antesecía indestructible.
Desde que Elijah Macmillan le entregó a Liam las pruebas de la filtración, algo se rompió dentro de él. No era solo enojo. Era confusión. Desconfianza. Miedo.
Las pruebas eran contundentes: huellas digitales, claves, un acceso registrado desde la terminal personal de Olivia. Todo indicaba que había sido ella. Todo… menos el corazón de Liam, que se negaba a aceptarlo.
Porque ella no se defendió. No lloró. No gritó. Solo lo miró