Kate se sentía como una mierda. Su cabeza dolía, su boca estaba seca, sus ojos se sentían hinchados. Ni siquiera cuando había tenido sexo había despertado en ese estado. Lo peor tenía una angustia que palpitaba en su pecho, completamente contraria a como se sentía al día anterior, donde vibraba de felicidad.
No entendía qué había pasado.
Se removió entre las sábanas que se encontraron frías a su lado. Palpó buscando a Nicolae, pero este no estaba. Corrió la sábana hacia un lado, sacando su cabeza y pestañeando de forma incómoda por los leves rayos de sol que entraban como reflejo por la ventana corrida para que este no entrara directamente. Ya había amanecido y ella no sentía ni energía para levantarse de la cama, pero por otro lado no quería volver a dormir.
Miró de un lado a otro con dificultad debido a que sus ojos no solo se sentían hinchados, lo estaban. Speicer, que estaba hecho una bola a su lado, al momento se despertó y se movió hasta ella casi llorando y lamiendo su mejilla.