La tarde había sido tan agitada como cualquier otra en las últimas semanas. Aitana estaba en su oficina, revisando documentos y trazando los próximos movimientos para asegurar la estabilidad del Grupo Alarcón. No había tenido tiempo de pensar en otra cosa que no fuera trabajo, estrategia y protección. Sabía que su padre había dejado un caos monumental, y solo ella podía arreglarlo.
Cuando sonó el timbre de su teléfono, lo ignoró al principio, asumiendo que sería uno de los tantos mensajes sobre alguna reunión o reporte financiero. Pero el timbre no paraba. Una vibración constante que la hizo fruncir el ceño.
Finalmente, tomó el dispositivo y vio que era un mensaje cifrado. Algo en su interior se tensó al instante. Sabía que no era un mensaje común.
Abrió el archivo adjunto y su corazón se detuvo.
Una foto. La imagen era clara y contundente: Nicolás con un arma en la mano, apuntando directamente a su padre, Alejandro Alarcón.
Su respiración se volvió irregular mientras deslizaba el ded