Reclamos

Gabriela tiró el celular contra la pared, haciendo que Alan alzó la vista hacia ella.

—¡Déjame salir! —exclamó Gabriela colocándose de pie.

Alan la miró fijamente, se colocó de pie, llevó las manos a su bolsillo y caminó hacia ella.

—Está bien, solo tengo una condición —dijo él.

Gabriela alzó una ceja, y asintió qué más daba.

—¿Qué quieres? —dijo ella.

Alan sacó las manos de sus bolsillos, tomó las manos de Gabriela, tragó saliva, solo esperaba que ella hablara con la verdad.

—¡Mírame a los ojos y dime qué no es verdad!, ¿Dime si Sofía es mi hija? —exclamó Alan, alzó su mano tomó el mentón de Gabriela y así poder observar su mirada.

Gabriela movió su cabeza, y negó absolutamente todo, no podía permitir que él supiera que en verdad Gabriela era su hija.

Alan sonrió internamente, jalo a Gabriela acercándola a él, una de sus manos la llevó a su cuello y sin pensarlo un segundo acercó sus labios a los de ella.

Ahora no tenía ganas de discutir, solo quería sentirla, solo la quería a ella.
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