El ascensor se detuvo con un suave sonido, y las puertas se abrieron lentamente, revelando un lugar que debería estar repleto de vida y movimiento, pero en cambio, un silencio sepulcral lo invadía todo, tan denso que parecía contener la respiración de quienes allí estaban.
El corazón de Olivia latía con fuerza en su pecho, una mezcla de inquietud y confusión la envolvía, como si el mundo se hubiera desdibujado bajo sus pies, pues sentía el eco de las voces maliciosas resonando aún en su mente, mientras daba un paso hacia el vestíbulo, donde cada detalle le resultaba irreal, casi amenazante, algo estúpido, teniendo en cuenta que era el lugar donde hacia 4 años trascurría la mayor parte de su vida.
La recepcionista del sector permanecía petrificada tras el escritorio, los ojos desorbitados, y los empleados del área común escondían la mirada en las pantallas, tensos, como si quisieran volverse invisibles. Nada escapaba a esa inquietud general, y Olivia se sintió más confundida que nunca