48. Corazones en guerra
La mañana después de su regreso de Nox Bellum fue gris. No llovía, pero el cielo parecía contener las lágrimas del mundo. Ailén se había encerrado en su habitación desde que llegaron. Raven, en cambio, merodeaba por los pasillos como un lobo sin rumbo, intentando hallar algo que no sabía nombrar.
Se cruzaron en el jardín. No había nadie más. Solo ellos y los ecos de lo que aún no habían dicho.
-- Dormiste bien -- murmuró él, sin saber por qué lo dijo.
-- Apenas. Tuve pesadillas. Pero no eran mías. No se sentían como mías -- respondió Ailén, sin mirarlo.
El silencio entre ambos fue casi insoportable. Raven dio un paso hacia ella.
-- ¿Desde cuándo te alejas cuando más me necesitas? --
-- ¿Desde cuándo tú ocultas lo que sientes? -- replicó ella con los ojos brillantes -- Desde que volvimos de Nox Bellum, estás distinto. Callado. Frío. --
-- ¿Y tú? ¿Crees que no me doy cuenta cuando me evitas? Cuando finges que no pasa nada entre nosotros... --
-- Porque no sé qué pasa entre nosotros -- e