Su mano viajó hacia uno de mis pechos y empezó a acariciarlo por encima de la ropa, estremeciendo mis sentidos y erizando mi piel.
Trazó un camino de besos desde mis labios hasta mi cuello, deteniéndose en mi pecho, en donde desabrochó los botones y me despojó completamente del pijama, quedando expuesta a él y la parte de mi cuerpo que parecía encantarle.
—Eres una diosa, Tessa Morgan—gruñó, volviendo a mis labios sin dejar de acariciarme a su antojo.
La manera en la que nos desvestimos por completo fue muy rápida, tal vez se debió a la desesperación que ambos sentíamos para sentir al otro en nuestros cuerpos.
Barnaby colocó ambas manos a cada lado de mi cara y buscó mi mirada.
Miré directamente a sus ojos aceitunados que tenían las pupilas dilatadas y respiraba aceleradamente como yo.
—A partir de este momento ya no habrá vuelta atrás, Morgan—gruñó—no voy a detenerme hasta terminar y volveré a empezar hasta quedar satisfecho de ti por esta noche.
—Hazlo—murmuré, presa del deseo y de