Clara se despertó a la mañana siguiente con una energía renovada. Estaba decidida a no dejar que el bloqueo creativo la venciera. Esa mañana, mientras se preparaba un café, tomó su cuaderno y comenzó a anotar ideas que se le habían ocurrido la noche anterior. A medida que las palabras fluían, una historia cobraba forma, una que reflejaba su propio camino de amor, crecimiento y compromiso.
Cuando llegó a su oficina, se sumergió por completo en la escritura. Cada palabra que escribía resonaba con las emociones que sentía por Lucas. Estaba tan inmersa en su historia que no se dio cuenta del paso del tiempo… hasta que un rápido vistazo al reloj la hizo sobresaltarse.
—¡Dios mío! —exclamó, llevándose las manos a la cabeza.
Había olvidado por completo la reunión con el organizador de eventos para planificar su boda. Con el corazón acelerado, buscó su teléfono y llamó a Lucas.
—Lo siento, cariño. Me distraje escribiendo y perdí la noción del tiempo —dijo, sintiéndose culpable.
—No te preocup