El Arrepentimiento del Alfa tras Elegir su Primer Amor, pero Yo Morí por Él
El Arrepentimiento del Alfa tras Elegir su Primer Amor, pero Yo Morí por Él
Por: Jessica HJ
Capítulo 1 El Regreso de su Primer Amor
Escarlata

—Lo lamento, Luna Escarlata... —la voz del Dr. Kane se quebró por la emoción—. Solo te quedan tres meses de vida. Tu insuficiencia cardíaca no tiene cura.

Con sus palabras, se apagó la última chispa de esperanza en mi corazón. Hace cinco años, mi corazón fue atravesado por una daga cuando salvé a mi pareja Luciano. Ahora esa vieja herida se había agravado al punto de dejar mi corazón inútil.

Durante el último año, había visitado a cada curandero y bruja reconocido que pude encontrar, pero ninguno había podido ofrecerme una solución.

Al salir de la clínica, revisé mi celular y miré la foto que tenía con Luciano como fondo de pantalla. Mis dedos acariciaron su sonrisa antes de apagar la pantalla.

Regresé a la casa de la manada y me dediqué por completo a preparar la cena por nuestro quinto aniversario de casados. Cada platillo tenía un recuerdo especial: venado con hierbas, como en nuestra primera cacería juntos; hongos bendecidos bajo la luna, como la noche que me pidió ser su pareja; y una salsa de vino de sangre, su favorita, que me llevó semanas perfeccionar.

Me temblaban las manos mientras arreglaba la mesa, imaginando su reacción al ver todo. Seguramente me abrazaría con fuerza. Pero… ¿debería contarle sobre mi condición de salud?

Justo en el momento en el que terminaba de colocar los cubiertos, mi celular vibró. El nombre de Lilia apareció en la pantalla como un mal presagio.

—¿Estás extrañando a tu querido esposo? Ni te molestes en esperarlo. Ahora está conmigo, su verdadero amor —dijo con una risa cruel—. Me da risa ver lo rápido que vino cuando lo llamé. Dime, Luna sustituta, ¿qué se siente saber que prefiere pasar su aniversario conmigo que con la que está obligado a llamar pareja?

¡Lilia había vuelto! Era la hija del Alfa de la Manada Sombra, y el primer amor de Luciano.

Hace cinco años, cuando Luciano estuvo prisionero de la Manada Sombra, se enamoró de ella. Le supliqué a Lilia que me ayudara a rescatarlo, pero su respuesta fue despiadada:

—¿Un prisionero? —se burló—. No pierdo mi tiempo con lobos débiles. Dile a Luciano que lo nuestro se acabó. Mañana me emparejaré con Jaime.

Al final, usé hasta la última gota de mi fuerza para rescatarlo. Él se convirtió en el Alfa más poderoso de nuestra manada, y yo en su Luna. En aquel entonces, me juró que solo me amaría a mí por el resto de su vida.

Mientras recordaba aquello, apreté los puños con tanta fuerza que mis palmas comenzaron a sangrar, manchando el mantel. No podía creer que dejara de celebrar nuestro quinto aniversario… por Lilia.

Marqué el número de Luciano con dedos temblorosos, esperando un tono tras otro hasta que finalmente me respondió:

—¿Mi amor? —jadeó, claramente distraído, mientras de fondo, se oía la risa de una mujer.

—¿Vas a…? —se me quebró la voz—. ¿Vas a tardar mucho? La cena está lista, y como hoy es nuestro aniversario...

—Dios mío, lo siento, pero surgió un asunto urgente de la manada. Llegaré tarde.

—Luciano, por favor...

—Ya lo sé, ya lo sé. Te lo compensaré, te lo prometo. Pero ahora tengo que colgar.

Y, sin más, colgó, dejándome sola con la cena enfriándose y el corazón destrozado.

En la televisión pasaban imágenes de aquella noche, hace cinco años, donde se veía a Luciano arrodillado frente a toda la manada, sosteniendo el legendario anillo «Corazón de la Tormenta», una piedra lunar valuada en un billón de dólares que le había tomado meses mandar a crear.

—Escarlata —su voz resonaba con absoluta convicción—, eres mi salvación, mi corazón, mi todo. Quiero que seas mi Luna. Déjame pasar toda la vida demostrándote que solo respiro por ti.

Acaricié el anillo en mi dedo, sintiendo su calidez familiar mientras palpitaba con magia curativa. Durante cinco años, ese anillo me había mantenido con vida. Luciano había buscado a la bruja más poderosa para convertirlo en un amuleto de curación, todo para sanar la herida que había sufrido pasa salvarlo.

Toqué el anillo una vez más, sintiendo cómo su magia recorría mi cuerpo… pero esta vez, ni siquiera su poder podía aliviar el dolor de mi corazón.

De repente, la televisión cambió de segmento, y en pantalla apareció Sara, mi mejor amiga más cercana en la manada:

—¡Su historia de amor es legendaria! La Luna Escarlata ha amado al Alfa Luciano desde niña. Cuando lo capturaron en la Manada Sombra, ella se infiltró sola en territorio enemigo. ¡Era una simple omega sin loba! Arriesgó todo para salvarlo. ¡Casi murió! Y después lo ayudó a convertirse en el Alfa más poderoso que jamás hemos tenido. ¡Son la pareja perfecta!

Perfecta. Sí, claro…

Los recuerdos de aquel rescate fatal regresaron a mí, golpeándome como un puñetazo. Cuando supe que Luciano había sido capturado, yo apenas tenía dieciocho años, y estaba destrozada porque mi loba aún no había despertado. Y, a pesar de todo, no podía dejarlo morir.

Primero, busqué ayuda, pero, después de que Lilia se negara cruelmente a ayudarme, me infiltré sola en la Manada Sombra. Sin los sentidos agudizados ni la fuerza de un lobo, parecía una misión imposible. Pero mi amor por Luciano me dio el valor necesario.

Finalmente lo encontré en las mazmorras, golpeado y sangrando. El Alfa Sombra estaba sobre él, con una daga de plata lista para atravesarle el corazón. Sin pensarlo dos veces, me interpuse entre ellos, recibiendo el ataque dirigido a él.

Como no tenía loba, mi cuerpo no podía sanar por sí solo, como los demás, por lo que la terrible maldición de esa daga casi me mató en aquel entonces y ahora, finalmente, cobraba su verdadero precio: solo me quedaban tres míseros meses de vida.

La amargura y el odio se apoderaron de mí. Le entregué todo: mi amor, mi vida, mi futuro. Y ahora me dejaba sola… en nuestro aniversario… por la hija del Alfa Sombra, la misma mujer que lo había traicionado.

¿Vivirían felices cuando yo ya no estuviera en este mundo?

Pensando en esto, apreté los puños con fuerza mientras la sangre fresca goteaba sobre el mantel inmaculado. No. No le diría nada sobre mi corazón debilitado. Que lo descubriera cuando ya fuera demasiado tarde.

Al fin y al cabo, ¿por qué debería sacrificar mi vida por él para que luego pasara el resto de sus días felizmente con otra mujer? No era justo.

Me vengaría. Por cada promesa rota, por cada lágrima escondida, por cada noche en soledad… los condenaría a vivir el mismo dolor que yo sentía, sin alegría ni felicidad.

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