Semanas después de la fusión oficial.
El edificio central de White Aurora Corporation se alzaba imponente en el corazón de la ciudad. El nuevo logotipo brillaba en la fachada, una fusión entre el emblema de la Manada White y el símbolo elegante de la compañía de Aurora. Los medios humanos no dejaban de cubrir aquel resurgimiento, llamándolo una de las jugadas empresariales más audaces de la década.
Pero tras el fulgor de las cámaras y los aplausos de los inversores, se movía una sombra silenciosa.
En la sala de juntas de los pisos superiores, los miembros del consejo se reunieron. Aurora ocupaba la silla central, con Damian a su lado, aún sin haberse recuperado del todo, pero lo bastante fuerte para estar presente. Valerie permanecía de pie tras Aurora, observando cada movimiento.
Aurora expuso los avances más recientes: contratos con compañías de energía humana, colaboraciones intersectoriales en marcha y la confianza pública que volvía a estabilizarse. Todo sonaba prometedor.
Pero a