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Aquello era una brutal tortura. No había otra forma de describirlo. Claro, ella no sabía que tenía a su pareja queriéndosela comer las 24 horas del día, y por eso se paseaba desnuda constantemente delante de él. Si ella supiera la realidad de seguro se encerraría en el baño porque él la haría gritar debajo de él.

La erección que aguantaba en su mano era sumamente dolorosa. Sus dedos se movían de arriba abajo por todo su miembro haciendo énfasis en su glande. El agua la había cambiado por caliente para que fuera más agradable la experiencia, calentando incluso la pared de baldosa detrás de él en donde su espalda estaba apoyada.

Su boca estaba abierta dejando salir pequeños gemidos, sabía que estaba solo por lo que no le importó. El baño estaba inundado de sus feromonas opacando por completo las de su mate al mezclarse. Aun así la esencia de ella estaba en el aire, y eso hacía que se estremeciera.

Era delicioso.

Gruñó cuando sus muslos temblaron junto a su vientre. Sus dedos apretaron l
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