*—Callum:
El ascensor fue otro reto: mientras subía, el movimiento le revolvía el estómago vacío. Cerró los ojos, mordiéndose el labio para contener las náuseas. Por suerte, no llevaba nada dentro para devolver, pero aun así sintió ese ardor agrio en la garganta. Cuando llegó al piso correcto, respiró hondo varias veces antes de salir.
Frente a la puerta, tecleó el código de acceso. El mismo de siempre. El mismo que no habían cambiado desde antes de mudarse con Dominick. Eso le provocó un nudo en la garganta. Aún era bienvenido aquí.
Se hizo paso dentro del apartamento y al cerrar la puerta, escuchó de inmediato la voz de Noah desde el interior.
—¡Estoy en la habitación! —exclamó su amigo, pero no era cualquier habitación. Era su antigua habitación.
Callum caminó hacia esta y se detuvo en el marco de la puerta, sorprendido. Parpadeó varias veces para procesarlo. Ahora era la futura habitación del bebé. Se notaba enseguida: había cajas abiertas con muebles de madera clara, estantes sin