*—Callum:
Callum se sintió tambalear al ver al alfa.
El pulso se le aceleró, las piernas parecían de gelatina y la garganta se le secó de golpe. El olor volvió a él como un golpe: especias cálidas, algo ahumado, masculino, familiar... adictivo. Era el mismo aroma que lo había envuelto aquella noche, que lo había hecho perder la cabeza. Su corazón golpeó contra el pecho con fuerza.
Instintivamente, su cuerpo respondió. Su piel se erizó, el vientre se le contrajo con una presión conocida y el calor le subió por el cuello como una ola inevitable.
Tenía que hacer algo. Correr. Gritar. Fingir un desmayo, lo que fuera.
Sin embargo, no podía moverse.
Estaba atrapado en esa mirada intensa que el hombre lanzó hacia él. Ojos oscuros, penetrantes, fríos y curiosamente encendidos con algo que le erizó la piel. Era como si el mundo se redujera a ese instante, como si todo el oxígeno hubiera sido reemplazado por las feromonas de ese alfa.
Callum tembló. Por dentro. Por fuera.
Su cuerpo recordaba, i