Llegamos al restaurante. El dueño puso cara de sorpresa al vernos pero la recompuso rápidamente.
— Bendito Esteban, Beta Emily, es un placer volver a atenderlos. Por favor, acompañénme.
Ambos le seguimos por el restaurante, ganándonos algunas miradas de sorpresa y algún cuchicheo adicional de los clientes que estaban cenando. Abrió una puerta y entramos, dejándonos a los dos boquiabiertos.
La habitación tenía varios arcos de piedra muy altos. En las paredes colgaban tapices de estilo antiguo que mostraban escenas de forja, así como representaciones de las batallas y los hechos más importantes de los Benditos de SunLight. Había varias velas aromáticas de rosas y jazmín flotando por toda la sala emitiendo una luz tenue: se movían muy lentamente creando un juego de luces y sombras encantador. El techo era un cielo estrellado con una luna llena brillando: su luz caía encima de una mesa con un mantel rojo. Por todas partes había pequeños detalles, como pequeñas enredaderas con rosas blanca