Capítulo 36 —La paz era un lujo efímero
Narrador:
Todavía desnudos, todavía sin aliento, Roman la cargó entre sus brazos sin decir una palabra. Aylin rodeó su cuello, dejando caer la cabeza sobre su hombro, sonriendo contra su piel mientras él caminaba hacia el baño.
El agua caliente comenzó a correr mientras él la sostenía contra su pecho, y al entrar a la ducha, fue como si el mundo exterior desapareciera. Solo ellos, solo esa mezcla de ternura y deseo que quedaba flotando en el aire.
Roman tomó el jabón con una mano y lo deslizó por la espalda de Aylin con una suavidad que contrastaba con la furia de minutos antes. La enjabonó como si fuera frágil, preciosa, irremplazable. Ella se dejaba hacer, los ojos cerrados, el corazón latiéndole lento ahora, mientras las gotas caían como caricias sobre su cuerpo.
—Eres mi hogar, Aylin —susurró él, al oído, con los labios rozando su cuello.
Ella le sonrió sin abrir los ojos.
—Y tú el mío.
Aylin tomó el jabón entre sus manos y lo frotó hasta qu