Capítulo 35 —Ya se está tardando, señor Adler
Narrador:
Roman se dejó caer en el sillón con un suspiro satisfecho, aún con la piel húmeda, el pecho agitado y los labios marcados por el deseo. Apoyó la cabeza en el respaldo y extendió los brazos, esperándola. La miró con esa sonrisa torcida que siempre la dejaba sin aliento.
—Ven aquí —le dijo —Quiero que te tumbes sobre mí.
Aylin caminó con lentitud, completamente desnuda, con esa seguridad de quien sabe que es adorada. Subió al sillón con cuidado y se sentó sobre él, recostando su espalda en el pecho de Roman. La rodeó con ambos brazos, como si necesitara sentirla pegada a él, como si no pudiera tolerar ni un centímetro de distancia.
Sus manos comenzaron a acariciarla con lentitud, desde las caderas hasta el vientre, subiendo luego por sus costados hasta que sus palmas descansaron sobre sus pechos. La besó en el cuello, detrás de la oreja, con esos besos que no pedían nada, solo decían “estoy aquí”.
—Te amo, Aylin —murmuró contra su p