Capítulo 34 —Feliz aniversario, Reina del Inframundo
Narrador:
La noche ya había caído, y en el despacho de Roman Adler solo se escuchaba el suave tecleo de su portátil y el chasquido ocasional del hielo en su vaso. Concentrado, con el ceño apenas fruncido, revisaba los informes que Dominic le había enviado.
La puerta se abrió sin golpear.
—¿Puedo pasar? —dijo Aylin con voz suave, sabiendo perfectamente que no necesitaba preguntar.
—Sabes que no tienes que pedir permiso —respondió Roman sin apartar la vista de la pantalla.
Pero cuando escuchó el inconfundible clic de la cerradura al pasar llave, su mirada sí se levantó. Y ahí estaba ella.
Apoyada contra la puerta, con una bata negra de seda que parecía más un detalle estético que una prenda funcional. Abierta, sin intención de cubrir nada. Debajo, un conjunto de encaje rojo con ligueros que le encajaba como una maldita fantasía. Pura dinamita en carne viva.
Roman dejó caer la espalda contra el respaldo de la silla y la miró. De arriba