Capítulo 102 —El sueño
Narrador:
Roman no quiso dejarla sola ni un segundo. Apenas llegaron al apartamento, él se encargó de todo. Aylin apenas podía con el peso del cansancio, del dolor, de la emoción que le desbordaba el cuerpo. Y Roman, que conocía cada gesto suyo, cada respiración, no necesitó que ella le pidiera nada. Le cocinó sin decir palabra, con una calma que contrastaba con la tormenta que se le arremolinaba en los ojos. Mientras ella se sentaba a la mesa del comedor, él le servía el plato con una caricia en el hombro, un beso en la sien, una mirada que decía “estoy aquí” sin necesidad de pronunciarlo. Comieron en silencio. Él la observaba con atención, como si el solo hecho de verla masticar, tragar, respirar, le devolviera el equilibrio. Después, cuando ella terminó, la levantó en brazos sin darle opción.
—Ven, mi amor —susurró.
Entraron al baño. La ducha estaba tibia, el vapor subía con lentitud. Roman la desnudó como si fuera sagrada, como si cada prenda le pesara más a