Por la noche y ya muy noche, el Alfa por fin terminó su agotador trabajo, sus hermanos todavía seguirían un rato más, estaban moviendo toneladas de droga, los cargamentos eran muy importantes, no podían dejar nada al azar de hacerlo los pura sangre les arruinarían el negocio
Habían recibido información de que los emboscarían si seguían la ruta que tenían trazada, pero Lizandro era mucho más astuto que esos perros del infierno, los logró burlar y la mercancía había llegado a tiempo con el comprador
El lobo subió a su habitación, está estaba en completa oscuridad pero él podía ver perfectamente, buscó a su luna con la mirada, ella lo esperaba sentada en la ventana, tenía los dos libros que él le dejó para que leyera en las manos
Lizandro no sabía que esperar, temía que lo rechazara, que lo despreciara por ser lo que era, que Valentina no entendiera su naturaleza
— Hola, ¿cómo ha estado tu día? ¿qué tal la lectura? ¿te gustaron los libros? — el lobo se acercaba lentamente
— Si, me gusta