Un emotivo encuentro.
Leonardo había llegado al territorio Dark Moon y se había logrado infiltrar junto con Damiano, ellos habían llegado hasta el castillo por la parte del bosque, habían estado observando a los dos cachorros de cabello color chocolate a la distancia.
El Alfa tomó tres conejos que tenía a sus pies y les cortó la garganta para llevárselos al cachorrito que al parecer no era tan bueno para cazar como su hermano.
Con el agudo oído que tenía, logro escuchar el nombre de uno de sus hijos, lo sabía al verlos, lo sabía en su corazón, lo sabía en el aroma a su luna que desprendían mezclado con su propio aroma, eran ellos.
— Tomalos, son tuyos. — El Alfa extendió la mano para entregarle los conejos al pequeño lobezno, debía ir con cuidado si no quería asustarlo.
— ¿Me quieres dar los conejos para que me acerque y después comerme? — Preguntaba el cachorro, él estaba desconfiado.
— No como cachorros, solo quiero ayudar a que tengas una rica cena esta noche.
— ¿Lo prometes que no vas