La escuela está en peligro.

El prefecto estaba que se jalaba las puntiagudas orejas, no podía ser posible que bajo su vigilancia los cachorros reales hubiesen resultado tan heridos como lo estaban, además que los otros alumnos también habían recibido lo suyo.

(...)

De vuelta al enorme y majestuoso castillo Salvatore, el rey que aún vestía de traje encaminó sus pasos hacia la alcoba principal que compartía con su reina.

Apenas entró a la habitación un olor a tristeza invadió sus fosas nasales. Su luna estaba ahí, toda su piel tenía ese aroma de desolación y perdida. El rey se culpó por eso, no era su intención hacer sufrir a su compañera.

El Alfa fue a tomar una ducha y vestirse una pijama para después entrar en la cama, atrajo a su luna hacia su cuerpo, y apenas lo hizo ella lloró desconsoladamente.

Alejandra había hecho hasta lo imposible por conservar a sus cachorros a su lado, soportó heridas y estar al borde de la muerte solo para que ellos pudieran vivir, y ahora se habían marchado.

El rey
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