El padre sobreprotector y territorial.
Después de inclementes dolores de parto, la luna se daba cuenta de que su hija no se le parecía en nada, era la viva imagen de su padre.
— No puede ser, Leonardo, yo cargo a la nena, crece dentro de mi cuerpo, a mí me duele como el infierno traerla al mundo y se parece en todo a ti.
— No te molestes luna, la cachorra es muy hermosa, mírala, tiene uno sojos muy lindos.
— Si, como los tuyos, ¿y yo qué? ¿Es que ninguno de mis hijos va a parecerse a su madre? — La reina hizo un puchero.
— Claro que sí, mi amor, mira a los cachorros Lorenzo y Lionel, ellos tienen el color de tu cabello. ?No son lindos?
— Pero en todo lo demás son como tú, eso no me consuela.
— El próximo cachorro que tengamos estoy seguro que se va a aparecer a ti. — Dijo el lobo para consolar a su compañera, pero eso fue mucho peor.
— ¡Ni loca vuelvo a tener otro cachorro, pobre de ti que me vuelvas a embarazar!
— Está bien, está bien, la ambulancia ya llegó, te llevaremos al hospital para que te