Los pasillos de la Corporación Winter se llenaban con la imponente presencia de Alaric Winter, el hombre que había desaparecido hace cinco años y regresaba sin más.
Todos los que lo observaban sentían que, si antes había alcanzado la cúspide, ahora podía ser dueño del mundo si se lo proponía.
Era uno de los hombres más sublimes y respetados a nivel global.
—Mi señor… —el secretario Frost habló con incomodidad.
Alaric lo ignoró por completo y siguió su camino hasta abrir la puerta de su oficina, donde se sentó en su costoso asiento. Observó a su secretario como si fuera un bufón ante un rey tirano y cruel.
—Habla de una buena vez, espero que tengas las respuestas que estoy buscando…
El secretario tragó en seco. Lo cierto era que había tenido muy poco tiempo, había puesto a los mejores investigadores a trabajar para obtener resultados, por lo que esperaba que la respuesta que estaba a punto de darle agradara a su exigente y cruel jefe.
—Según las investigaciones, la familia Blaine indic