Orion se dio media vuelta, su estómago se revolvió de asco.

No podía seguir viendo a la mujer que había cuidado de él y de su hermana desde que eran niños, hablando con Ember.

La mujer que había sido una figura materna para él ahora estaba del lado de la persona que les había mentido, que había intentado destruir a su familia.

El dolor que sintió lo hizo tambalearse, pero el grito de Sierra, lo trajo de vuelta a la realidad. No podía dejarse llevar.

Tenía que concentrarse. Tenía que pensar.

Sierra, por su parte, entendió el dolor de aquel.

Sin embargo, su futuro estaba lejos de Destiny, y si con ello podía ayudarla, no lo dudaría ni por un segundo.

La necesitaba. La necesitaba más que a su propia madre.

Con una determinación que no sabía que tenía, caminó hacia la mesa más cercana a Ember y a la nana de Orion.

—¡Sierra! ¿Qué haces? ¡No te acerques! —la voz de Orion era un susurro urgente, pero ella lo ignoró.

Ember no la conocía como amiga de Destiny, por lo menos Sierra deseaba creer