Destiny se sentía extrañamente cómoda y refugiada. Jamás se había sentido de aquella manera, e imaginó que tal vez se debía a que la almohada que estaba utilizando era particularmente cálida y cómoda. Por lo menos, así fue hasta que su almohada se movió un poco.
Ella abrió sus ojos y, de la nada, observó el pecho desnudo y fuerte de un hombre. De un salto se levantó, pero entonces un fuerte dolor de cabeza, seguido de un fuerte dolor en su abdomen bajo, la detuvo.
—¿Adónde vas? —La pregunta implícita de parte de su esposo la dejó pasmada. No podía creerlo. ¿Qué había hecho ella?
—Debo… debo irme… —Destiny buscó de manera apresurada su ropa. Lo había arruinado. Se suponía que estaba a punto de divorciarse, ¿cómo era que ella le había entregado su virginidad a su esposo?
Recuerdos de todo lo que había sucedido vinieron a ella como si fuesen un huracán, como ella se entregó a este sin ningún tipo de dudas. Todo en ella deseaba hacerlo, todo en ella que una vez creyó que había muerto: aqu