—¿Te estoy preguntando? ¿Qué haces aquí, Alaric? No… es mejor que te vayas. Muy pronto vendrán mis suegros y que tú estés aquí, es…
—No me iré… —Alaric se acercó a Rachel, su voz era baja, tensa, pero cargada de una honestidad que nunca le había permitido mostrar.
—¿Qué dijiste? ¿Cómo que no te vas? —Rachel dio unos cuantos pasos atrás, buscando estar un poco más lejos de su exesposo, pero sin siquiera tener una posibilidad de reaccionar, Alaric Winter ya había caído al suelo de rodillas, mientras todos tenían una reacción llena de sorpresa.
La de Rachel mostraba una tensión sorprendente, pues aquello que estaba a punto de hacer Alaric, a Rachel no le agradaba en lo más mínimo, lo que hizo que cerrara sus manos en puño y observara la situación con sus labios en una línea.
—Alaric ¿Qué estás haciendo? Levántate ahora mismo, no lo hagas, no lo hagas porque no funcionará, así que…
—No me pidas que me vaya, no todavía. Sé que no merezco un minuto más en esta habitación, pero tienes que es