Los pasillos de la primaria más elegante y famosa de la ciudad estaban en silencio. La pequeña niña, sentada a un costado, con su cabello rubio revuelto, su uniforme lleno de lodo y algunos golpes en su rostro, observaba con la cabeza gacha, haciendo un pequeño puchero hacia el suelo.
Mientras, Rachel Blaine, a su lado, solo le daba pequeñas miradas de soslayo, más aún cuando al otro costado había otro pequeño niño de cabellos rubios, aquel parecía estar un poco más golpeado que su hija, daba pequeños sollozos y lloraba, al parecer a la espera de su madre o padre, quien seguramente también le haría un gran problema, justamente como el que Rachel deseaba hacerle a su hija.
—Mami… —La voz un tanto temerosa de Cosette se escuchó. —No es su culpa, es mía…
Rachel por poco se derrite de amor.
No podía creer que su hija fuese capaz de proteger a su amigo, aun estando en problemas.
Rachel no sabía lo que había ocurrido, pero algo le decía que aquel niño a su lado que no paraba de llorar era e