Las cosas no podían ser peores.
Alaric observaba la escena como si fuera un caos ajeno. Triana apuntando a su tía, y cómo esta intentaba por todos los medios controlar a la mujer con el arma.
Y sin más, el disparo, aquel que hizo que el corazón de Alaric se rompiera por completo y el dolor lo invadiera.
La imagen en su teléfono ciertamente lo tenía tan molesto, que incluso estar en aquella sala de espera en el hospital lo hacía sentir inútil.
—Señor… estamos buscando por todos los lugares a la señorita Ayesa, pero no logramos encontrarla… —Odiaba aquella respuesta. Había estado buscando a Triana, incluso antes de que se llevara a su hijo.
¿O tal vez debería decir a su hermano menor?
Alaric revolvió su cabello y parecía tan frustrado que incluso no sabía qué decir o hacer.
Solo estaba allí sin poder pronunciar palabra. ¿Desde cuándo Triana se había convertido en aquel monstruo y él no lo había notado? Se sentía culpable, y muy molesto consigo mismo.
¿Por qué era tan tonto? ¿Por qué sie