—La viste… es tan hermosa… tan elegante… —Los susurros se escuchaban en cada paso que daba la hermosa mujer por los pasillos de las empresas Blaine.
—Supe que hace poco consiguió que su empresa de joyas fuera una de las consideradas las más admiradas y deseadas en todo el mundo… —susurró otra, sin siquiera disimular su envidia y admiración.
—Además de que es la heredera de los Blaine, la preciada y hermosa hija de estos, ella tiene todo lo que cualquiera desearía…
—Sí… Rachel Blaine es, sin duda lo que todos deseamos ser, el diamante de la ciudad.
Orión, quien caminaba a su lado, observó a su hermana menor, aquella que hace cinco años, luego de abandonar el nombre de Destiny Rosewood y aquella ciudad que le había traído nada más que desgracia, se había mostrado como una flor en ascenso.
Era deseada y admirada por todos, demostrando sin duda alguna que era una Blaine.
—Dime algo, ¿cómo podemos hacer para que decidas ir a nuestra empresa y trabajar con nosotros?
Rachel observó a su herm