Un suspiro entrecortado escapó de los labios de Destiny. El bullicio de la fiesta era un eco distante; sus piernas temblaban, traicionándola. Se maldijo en silencio por la debilidad. Nunca imaginó que sería capaz de un enfrentamiento tan directo con Alaric.

—Te ves un poco pálida. ¿Sabes qué te hace falta? —La voz de Orión, una caricia de preocupación, la hizo volver a la realidad. Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

—Otro trago de vino —respondió, su voz llena de un humor amargo. Era su quinto o sexto vaso. La vergüenza la invadió, pero la necesidad de olvidar era más grande. Necesitaba fuerzas para enfrentar la tormenta que Alaric había desatado.

—No. —Orión le sonrió, sus ojos brillando con picardía—. Quizás deberíamos bailar. ¿Me concedes esta pieza?

La propuesta la tomó por sorpresa.

—No lo creo, vino y música no son buenas para una mujer y su coordinación —dijo, intentando desviar el tema.

Orión rio, divertido por la honestidad de Destiny, pero aun así le ofreció su mano