El amanecer trajo consigo una brisa fresca que se colaba por las cortinas de la habitación. Katerina se removió entre las sábanas, disfrutando de la calidez del lecho por unos segundos más antes de abrir los ojos completamente.
Miró hacia el lado opuesto de la cama, donde Aaron solía dormir, pero él ya no estaba. No le sorprendía. Su esposo tenía la costumbre de despertar temprano para ir a la empresa.
Se estiró con pereza y, justo cuando estaba a punto de levantarse, su teléfono vibró en la mesita de noche. Con el ceño ligeramente fruncido, lo tomó y vio el nombre que parpadeaba en la pantalla, vio que era una llamada del número que pertenece a su madre.
Suspiró, debiendo contestar de lo contrario sabe que la mujer seguirá llamando.
Deslizó el dedo para contestar.
—Hola — dijo
Hubo un breve silencio antes de que la voz de su madre resonara al otro lado de la línea.
—Katerina, para una madre es difícil saber que esta siendo ignorado por un hijo.
— Supongo que no hablar conmigo durante