16. La Bestia la encontró
Al fruncir el ceño en un intento de acomodarse en las sábanas de una cama, Scarlett permanece tocando su vientre. El movimiento y el trayecto a un lugar remoto de la que no tiene idea. Su rostro sonrojado por el calor se arruga en una bola de desconcierto por recién levantarse, y mientras abre los ojos, el sonido de algunos pasos le llaman la atención.
Todo sucedió demasiado rápido para pensar. Una vez dentro de la camioneta, Esad arrancó y no estaba solo. Dos hombres más sumando al encargado de llevarla a Esad también estaban allí. La adrenalina y el miedo hicieron efecto en su herida, y Esad prefirió dar el volante a otro hombre para ir junto a ella y abrazarla.
—Estarás bien. Tu bebé estará bien. Te cuidaré —Esad prometió en voz baja, sin soltar a Scarlett—. Nada te pasará mientras esté a tu lado.
Lo siguiente fue tomar otra camioneta y con ayuda de los hombres que los acompañaban, y al perder de vista a los hombres de Gerald, Esad tomó la decisión de elegir un rumbo desconocido pa