Gracia regresó al vestíbulo. Maximilien la esperaba y no pudo evitar recorrerla con la mirada de arriba abajo. El vestido le quedaba perfecto; esa noche, lucía simplemente espectacular.
Durante el trayecto a la fiesta apenas intercambiaron palabras, pero una vez en el evento, el ambiente la animó. Maximilien no escatimaba en presentarla con todos como su esposa, lo que le generaba cierta seguridad. Incluso la presentó a Caleb, su mejor amigo, quien se mostró sorprendido al verla.
—Gracia —dijo el hombre, acercándose con una sonrisa cálida mientras le tendía la mano—. Qué gusto conocerte. Maximilien me ha hablado mucho de ti.
—Un gusto —respondió ella, devolviéndole el gesto.
—Soy Caleb, el mejor amigo de este gran hombre. Me alegra de verdad que estés aquí. Él llevaba mucho tiempo esperando este momento…
El tono insinuante de Caleb no pasó desapercibido. Conociendo los sentimientos que Maximilien había guardado por Gracia durante años, no pudo evitar aludirlos. Pero Maximilien, incómo