CAPÍTULO 31

CAPÍTULO 31

El bullicio del edificio la recibió como un murmullo lejano. Luna cruzó el lobby con pasos decididos, intentando que su respiración se acompasara, y que su mente dejara de girar entre las palabras de Alex y la voz de Andrey resonando en su interior, aunque no la hubiera escuchado directamente.

Cuando entró en el área de su oficina, notó algo que no esperaba: las miradas. Disimuladas, pero presentes. Los ojos de sus compañeros la seguían de forma distinta, como si algo en ella se hubiese transformado y ellos pudieran percibirlo.

Tal vez era el brillo que aún quedaba en su piel, el eco de la noche con Andrey, o quizás simplemente era ella misma, que se sentía distinta por dentro.

Carla, como siempre, fue la primera en acercarse. Pero lo hizo con el tono más normal del mundo.

—Hola, Luna. Qué bueno verte. —Le sonrió, mientras recogía unos documentos—. ¿Cómo estás?

Nada de preguntas incómodas. Nada de: ¿dónde estabas?, ¿por qué no viniste? Solo el ritmo habitual, y por un mome
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