Capítulo 34
Zeynep se quedó helada.
Las palabras de Kerim aún resonaban en su mente como un golpe seco:
“Voy a entregarle el bebé a su madre.”
—No… no puedes hacerme esto, Kerim —balbuceó, con la voz quebrada—. Ella no ama a ese niño como yo lo amo. ¡Tú lo sabes! Lo vendió, ¿no entiendes? ¡Lo vendió!
Kerim la miró sin expresión, el rostro endurecido, como si cada palabra de ella rebotara contra una muralla invisible.
—No sigas, Zeynep. Nada de lo que digas va a hacerme cambiar de opinión —dijo con voz fría, sin mirarla directamente—. Prepara todo lo del bebé. Se lo llevaré a su madre y luego iremos a hablar con mi familia. Diremos la verdad, y después tú y yo nos divorciaremos. Así pondremos fin a esto de una vez por todas.
Se levantó con paso decidido—. Voy a vestirme. Alista todo.
Zeynep no respondió. Se quedó allí, inmóvil, observando cómo él desaparecía por la puerta del cuarto.
Por un instante, el silencio llenó el apartamento; solo el tenue llanto del bebé rompía la quietud.
Mir