Capítulo 48

Punto de vista de Luis

Dios, me estaba volviendo loca.

Julio seguía sin contestar mi llamada, aunque se conectara. Mis mensajes siempre quedaban sin leer y eso me aterrorizaba muchísimo.

¿Y si se lo hubiera contado a mi abuelo y a mi padre? —reflexioné.

La idea me mantuvo despierta incluso después de cenar. Nadie me dijo nada al respecto, pero la idea era aterradora.

Paseando de un lado a otro de la sala, con las manos metidas en los bolsillos, esperaba a Mateo.

Últimamente, se trasnochaba. Si hubiera empezado el día que Julio desapareció, lo habría acusado de llevársela.

Pero ya había pasado un mes y toda la familia lo sabía, así que la acusación no se sostiene.

En cuanto Mateo entró en la sala, algo salvaje se apoderó de mí.

Ni siquiera me di tiempo a pensar. Caminé directamente hacia él y me incliné, inhalando profunda y deliberadamente como un sabueso buscando un rastro familiar.

Podía sentir lo absurdo incluso mientras lo hacía, pero no me importó. El orgullo me había abandonado
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