Punto de vista de Julio«¿Que te metas en mis asuntos? ¿Me acaba de decir eso?», exclamé incrédulo, mirando fijamente la puerta.En ese momento, mis pensamientos estaban revueltos. Es decir, acababa de intentar ayudar a alguien y, de repente, me pide que me meta en mis asuntos.Pero…¿Cómo es posible?Hace un instante, se aferraba al lavabo como si le fuera la vida en ello. Ahora, era como si nada de eso hubiera pasado.Confundido, desvié la mirada hacia la barandilla. Fue entonces cuando me di cuenta de que el conductor seguía esperándome.«Tranquilo», dijo simplemente, provocando que frunciera el ceño.Esto era extraño, muy extraño. Es decir, le acabo de decir que Mateo necesitaba ver al médico porque estaba vomitando sangre, pero él estaba tan tranquilo. Como si esa actitud despreocupada no fuera suficiente, me pide que no me preocupe.Crucé los brazos y resoplé, pero antes de que pudiera soltar las palabras que tenía en la punta de la lengua, se me adelantó.—Mateo no necesita tu
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