Punto de vista de Julio
El silencio en el ático fue lo primero que noté cuando me desperté a la mañana siguiente.
No fue el silencio reconfortante que asocié con la paz; fue el tipo incómodo lo que hizo que cada sonido que hacía se hiciera eco un poco demasiado fuerte.
Tirando el edredón a un lado, me senté en la cama y permití que mis ojos divagaran por el amplio espacio.
La luz del sol se derramaba a través de las ventanas del piso al techo, las paredes de vidrio enmarcaban una vista interminable de la ciudad y los muebles estaban dispuestos con precisión como a alguien a quien le importaba demasiado o no le importaba en absoluto.
Por primera vez desde que Mateo me dejó atrás, me sentí solo y no estaba seguro de cómo me sentía al respecto.
Bostezando, me deslicé fuera de la cama, el frío suelo de mármol me despertó los pies, y me apreté el suéter mientras entraba en la sala de estar principal.
El lugar era impresionante, tuve que admitirlo.
Una parte de mí solo quería disfrutarlo, d