Punto de vista de Julio
Para cuando terminé de empacar, la habitación se sentía vacía, como si me hubiera exhalado.
Cada recuerdo que se aferraba a las paredes parecía seguirme hasta la puerta, susurrándome recordatorios que no quería oír.
Las ruedas de mi maleta golpeaban las baldosas del pasillo; cada sonido resonaba como el ritmo constante de una despedida.
No volví a mi antiguo apartamento, no después del acoso y el accidente. Luis no se lo tomó en serio.
Si volvía a mi apartamento y me pasaba algo malo, no movería un dedo para ayudarlo.
Ni siquiera fingiría que le importaba como la última vez, sobre todo ahora que estaba entre él y su hermano.
En resumen, ese lugar albergaba demasiados fantasmas y demasiadas versiones de mí misma que no estaba lista para enfrentar de nuevo.
En cambio, encontré un pequeño y destartalado motel a las afueras de la ciudad. Era un lugar donde no hacían preguntas siempre que pagaras en efectivo.
La recepcionista ni siquiera levantó la vista cu