Punto de vista de Julio
En el momento en que el sonido de pasos acercándose resonó por el pasillo, casi se me paró el corazón.
Entonces, como si eso no fuera suficiente, llamaron a la puerta, y Luis me pidió que abriera.
Tenía las palmas de las manos sudorosas y el corazón me latía furiosamente contra el pecho sin control.
Pero Mateo… estaba callado. Actuaba como si nada hubiera pasado.
Frotándome las manos sudorosas contra el vestido, respiré hondo.
No quería problemas, Dios lo sabe. Estaba agotada, agotada y desgastada de maneras que ni siquiera creía posibles.
Así que cuando Mateo apareció de repente en mi habitación, tenso y preocupado, negándose a irse hasta que le dijera qué me pasaba, sentí el peso de todo oprimiéndome al mismo tiempo.
"Abre la puerta". La voz de Luis volvió a resonar en mi cabeza mientras se me helaba la sangre.
Con el corazón acelerado, miré a Mateo de golpe, presa del pánico.
"Vete... escóndete en el baño, ahora", susurré con urgencia, gesticulando frenétic