Capítulo 34

Punto de vista de Julio

Tenía miedo por Luis, ya que Mateo era impredecible, así que era difícil saber qué pasaba por su mente.

Mateo acababa de salir de la habitación; su aura persistía como una tormenta que había pasado pero había dejado el aire cargado.

Aún podía sentir el eco de su presencia, la intensidad, la tranquila determinación y la forma en que había llamado la atención sin alzar la voz.

Intentando recomponerme, parpadeé, pero mi mente era una maraña de asombro, confusión y un calor persistente por la forma en que había dicho esas palabras.

Metí la mano en mi cabello y exhalé temblorosamente cuando la puerta se abrió con un crujido y Mateo entró.

Antes de irse, había dejado su portátil abierto; la suave luz iluminaba la habitación con un tono pálido y azulado.

Conteniendo la respiración, lo vi sentarse, con los dedos sobre las teclas.

En un instante, empezó a escribir con un ritmo casi musical, preciso y pausado.

No me atreví a hablar; cualquier cosa que dijera probablemen
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