Punto de vista de Julio
Cuando me negué a irme, Mateo se dirigió a la puerta y la cerró de golpe, haciendo que sintiera una opresión en el pecho.
Al principio, pensé que solo buscaba privacidad, que quería un momento a solas, pero entonces empezó a desvestirse.
Mi presencia era lo de menos. Lenta y deliberadamente, empezó a quitarse la ropa.
Mi respiración se entrecortó antes de poder contenerla y antes de que mi mente pudiera procesar por completo la audacia de sus movimientos.
Cada capa de tela que se deslizaba de su cuerpo me hacía un nudo en el estómago, me aceleraba el pulso y mis pensamientos se dispersaban de maneras que no entendía del todo ni quería entender.
"Mateo... para", susurré, o tal vez fue una súplica suave.
Aterrada, levanté las manos, con la esperanza de protegerme, de recordarle que existían límites, pero él no me escuchó.
El pánico me arañó el pecho e instintivamente, me dirigí al armario, pegando la cara a la fría superficie de madera.
Oía el suave roce de la r