Punto de vista del lector
Lita no durmió esa noche.
Su habitación de hotel era un desastre de botellas de vino medio vacías, brochas de maquillaje desperdigadas y una bata de seda rota, abandonada en el suelo.
La lámpara de su mesita de noche brillaba toda la noche, proyectando un brillo poco favorecedor sobre su rostro cada vez que pasaba.
Con cada paso que daba, el penetrante aroma a alcohol la seguía, mezclándose con el tenue perfume que se le pegaba al pelo.
Cada pocos minutos se detenía frente al espejo, se miraba fijamente, fruncía el ceño y seguía caminando de un lado a otro.
Estaba inquieta, agitada y demasiado nerviosa para sentarse. Levantó el teléfono dos veces, revisando los mensajes de Luis, deteniéndose solo en el nombre de Julio, destacado del reciente drama.
La pantalla se atenuó al cabo de un momento, pero la volvió a tocar para despertarla, como si la desafiara a darle una respuesta que sabía que no iba a llegar.
Finalmente, Lita se dejó caer en la cama y exhaló con