Punto de vista de Julio
Si Luis no me hubiera arrastrado, me habría quedado en el jardín, pues no tenía intención de compartir mesa con la misma mujer que casi me hace perder la vida.
Que Luis apareciera de repente con ella no fue suficiente; se disculpó, lo cual consideré una burla y avivó el fuego. Luis sugirió que cenáramos juntos.
Durante todo el camino de regreso al edificio principal, fui invisible y hervía de furia desenfrenada.
Luis y Lita estaban de muy buen humor, así que charlaban mientras yo me arrastraba tras ellos.
Solo me prestaron atención cuando llegamos a la gran puerta de entrada.
Unos minutos después, la cena comenzó con la pompa y ceremonia habituales de la finca Sánchez. La gran lámpara de araña proyectaba una luz dorada sobre la larga mesa de caoba.
Los cubiertos relucían mientras los platos se colocaban con meticulosa precisión. El aroma a carnes asadas, hierbas y delicadas salsas impregnaba el aire.
Siguiendo la mordida, me senté rígida, con las manos cruzada