TODOS LOS BESOS DE TU BOCA. CAPÍTULO 38. Sin mirar atrás
TODOS LOS BESOS DE TU BOCA. CAPÍTULO 38. Sin mirar atrás
El coche voló por el aire y cayó de costado con un estruendo que hizo temblar la tierra. El chirrido del metal retorciéndose llenó el aire y luego, solo quedó el sonido del motor ahogándose entre espasmos y el pitido continuo de una bocina rota.
Chase abrió los ojos, aturdido. Le zumbaban los oídos y tenía un hilo de sangre bajándole por la sien. El olor a gasolina lo golpeó fuerte. Tosió, escupió, y al ver el parabrisas roto, comprendió que estaban acabados.
—¡Chase! —gritó Julie Ann desde el asiento del copiloto—. ¡Chase, ayúdame!
Ella estaba atrapada, el cinturón de seguridad le presionaba el voluminoso abdomen, tenía una pierna doblada en un ángulo extraño. Gritaba entre el dolor y la desesperación, con las manos ensangrentadas y los ojos desorbitados.
Chase miró hacia atrás: las luces rojas y azules ya se reflejaban en el asfalto, Y las sirenas se acercaban como una estampida. No pensó. No dudó. Abrió la puerta de un golpe