MI MEJOR ENEMIGO. CAPÍTULO 4. Una voz conocida
MI MEJOR ENEMIGO. CAPÍTULO 4. Una voz conocida
MÁS DE DOS AÑOS DESPUÉS
Camilo había aprendido a desayunar despacio. No por gusto, sino porque el silencio de la mesa familiar se había vuelto una especie de refugio. Antes hablaba más, se reía más, discutía por cualquier cosa. Ahora era distinto: más taciturno, más medido, con un sarcasmo fino que usaba como armadura. Había madurado, decían algunos. Él sabía que también se había endurecido un poco.
Estaba sentado frente a su plato cuando el teléfono vibró sobre la mesa. Miró la pantalla y frunció apenas el ceño.
—Es Henry —dijo, más para sí que para los demás.
Su madre levantó la vista de su café, curiosa, y Camilo atendió la llamada antes de que ella pudiera comentar algo.
—¿Qué pasó? —preguntó sin rodeos, alejándose un poco de la mesa.
La voz de Henry sonó acelerada, cargada de tensión.
“Tengo un problema… ¿recuerdas que hablamos de las más de veinte mil unidades de computadoras que le vendí a Rebecca?”
—Sí, las que compró para ayudart