MI MEJOR ENEMIGO. CAPÍTULO 3. Un presentimiento
MI MEJOR ENEMIGO. CAPÍTULO 3. Un presentimiento
Camilo miró el reloj del restaurante por quinta vez en menos de dos minutos. La aguja avanzaba con una crueldad innecesaria. Seija llevaba más de una hora de retraso, y eso no se parecía en nada a ella. No era impuntual, no desaparecía sin avisar y, sobre todo, no dejaba mensajes sin responder.
—Seguro se le hizo tarde —murmuró para sí, aunque la frase sonaba cada vez menos convincente.
El mesero ya había pasado dos veces a preguntar si deseaba algo más, y Camilo había pedido otra bebida solo para no sentirse fuera de lugar, pero el nudo en el estómago no se le aflojaba. Sacó el teléfono de nuevo y marcó. Nada. Buzón de voz. Intentó escribirle un mensaje y lo dejó a medias. No quería parecer ansioso, aunque, para ese punto, ya era bastante difícil disimularlo.
Pagó la cuenta sin terminar la bebida y salió del restaurante con pasos rápidos. La preocupación empezaba a escalar por su pecho como una alarma. Algo no estaba bien; lo supo con e