KIERAN:
Esa creciente curiosidad iluminó su mirada mientras seguía mis pasos, pero no quise revelarle nada aún. Era algo que mi madre había mantenido en secreto casi toda su vida; un lugar que solo mi padre y yo habíamos conocido. Su retiro espiritual, como ella lo llamaba.
Cuando llegamos a la casa, vimos a las dos parejas en la entrada, riendo entre ellos mientras sus manos permanecían entrelazadas, como si hubiera algo invisible que los uniera de forma permanente. Fenris lanzó una mirada al verme, con una alegría contenida; la tensión de los últimos meses parecía haberse desvanecido al menos por ese momento.—Qué bueno que los veo —dije mientras Claris me seguía. —Acompáñenme al retiro de mi madre. Estoy seguro de que los enemigos no pudieron dar con él, y además, a Sarah jamás le fue permitido visitar esa ala de la casa.