CONTINUACIÓN:
Silvi endureció sus labios, apretándolos para no decir más, aunque podía ver que había mil pensamientos contenidos tras su ceño fruncido.
—Mi Claris no es como los demás —continué, más controlado, pero no menos contundente—. Ella me pertenece. Y la encontraremos. Mi determinación se filtró entre las palabras, llenándolas con un hilo de rabia, desesperación y algo más, algo que me negaba a reconocer: el miedo de perderla. Sin dudar más, me dirigí rápidamente hacia la salida de mi refugio. Sabía que, de alguna manera, había encontrado su camino hacia el exterior. Vorn había revisado cada rincón del lugar y, al no hallar rastro de ella, solo quedaba una opción: el acantilado. Claris debió encontrar la salida secreta y escapar por ahí. &mdas